Los inmigrantes judíos eran en general personas de escasa capacidad económica, sin disponibilidad de capital y sin acceso al crédito, pero cuya principal virtud era la del trabajo. Para paliar esta necesidad y demanda surgió la idea de crear, por medio de la ayuda recíproca y la cooperación, una Caja de créditos, una estructura financiera que atendiera objetivos económicos, pero que no se desviara de atender objetivos sociales y comunitarios. Era una forma de actuar contra la exclusión social y de pelear contra el hambre y la situación de crisis en Europa, ayudando a emigrar a quienes estaban en muy malas condiciones. Se trataba de conquistar la prosperidad sustentable y, junto a ella, una nueva tierra donde vivir y desarrollarse en paz y libertad.Las Cajas nacen como respuesta a una demanda financiera, ya sea para fines productivos o de consumo; captaban el dinero de la comunidad y lo volvían a prestar principalmente a los sectores más vulnerables.Basada en estos principios, surgió en 1922 la Caja Israelita de Créditos Mutuos, denominada comúnmente Caja Grande. Su capital eran acciones de 100 pesos integradas a razón de cuotas semanales de 50 centavos. Los socios fundadores fueron: Leiv Avrudsky, Abraham Novidsky, Menajem Meerof, Adolfo Kogan, Bere Beneditkis, Salomón Jaicin y Samuel Volodarsky.La Caja se regía por el eguimel jeised, principio de crédito en base a las acciones y al pago de un interés. Los servicios que prestaban eran de caja de ahorro, plazo fijo, acciones, préstamos, seguro mutual de vida y créditos para pasajes en barco destinados a traer familiares.Cabe destacar que en sus libros de actas figura la contabilidad de ayuda que se otorgaba a los miembros de la comunidad con familiares en Europa que estaban siendo víctimas de la barbarie antisemita y del hambre, y por medio de la Caja recibían el dinero para el pasaje en barco, estando asentados los nombres de las familias a la que pertenecían en Córdoba, el nombre del familiar en Europa, el nombre del barco en el cual debía embarcar y la clase.