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Alejandro Orchansky Z’L

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Nuestro querido Alejandro Orchansky (z´l) falleció a los 72 años en abril de 2018. Un año antes, desde el Centro Unión Israelita le habíamos realizado un reportaje como parte de una sección llamada “Personajes de nuestra historia”. Vayan esos párrafos como testimonio de gratitud por su obra en pos de la comunidad judía y del vínculo del Estado de Israel y la República Argentina.

ENTREVISTA:

¿Cómo recordás las décadas previas a ser nombrado Cónsul Honorario? ¿Cómo te desenvolvías en la Kehilá?

“Desde chico, de adolescente, activaba mucho en lo que era Sociedad Hebraica de Córdoba y el carnet de socio mío, no recuerdo el número, pero debe ser uno de los más antiguos sin dudas. Participé en muchas actividades, recuerdo organizar rifas muy importantes para aquellos años, realizar tareas de socorrista en un incidente con un incendio que se dio una vez durante la presentación de un artista plástico; eso me quedó muy grabado. Luego, me involucré en la Comisión directiva de la sociedad, que era en ese entonces la institución que me cobijaba. Más adelante, recuerdo que en los años 1962 y 1963 fui conductor, redactor y locutor de un programa en Radio Municipal que se llamaba “Voz Hebrea” junto a otro amigo, Manolo Zelerkraut; esa fue una experiencia muy enriquecedora, y luego cuando fui a Israel a estudiar por 2 años, grabé un par de programas en “Kol Israel” que se difundieron en América Latina. Trabajé en CUJA, llegué a ser Presidente; en el Centro Unión Israelita fui secretario algunos años. También siendo adolescente, comencé con tareas en DAIA, porque querían incorporar gente joven, y me incluyeron como Vice-Presidente; ese mismo año, renunció el presidente y yo tuve que hacerme cargo; me mantuve durante 3 períodos, incluida una época muy difícil, la del Proceso Militar.”

¿Qué comenzó a acercarte al consulado?

“En el año 1975 estaba como Embajador de Israel un gran y excelente diplomático, Itzjak Sheffi. Él me había escuchado decir que cuando terminara mis actividades en DAIA, me tomaría vacaciones comunitarias, porque desde muy chico activaba y trabajaba. En una ocasión, me llamó desde Buenos Aires para comentarme que recordaba lo que yo había dicho, pero que tenía malas noticias para mí, porque el Gobierno de Israel no me quería consultar si yo quería encabezar el consulado, sino que simplemente me transmitía que ya me habían designado en mi nueva función. Y así comenzó mi actividad como Cónsul Honorario, una labor intensa e interesante. Cabe aclarar que un Consul Honorario no es funcionario del país que representa, no es empleado de ese Estado, por ende no tiene una retribución económica; la representación es por honor, es uno quien se hace cargo de las inversiones en el consulado y del tiempo que requiere. Para mí, es un inmenso orgullo y satisfacción, especialmente porque mi padre nació en Jerusalem, que en ese entonces era Palestina, y representar al país que lo vio nacer, significa un honor muy grande.”

¿Qué hace que una persona sea tan activa comunitariamente? ¿Por qué crees que el Estado de Israel se fijó en tu persona para ese cargo?

“Siempre me atrajo y me gustó la participación comunitaria. Siento que, al formar parte de la comunidad, debo dar algo, apoyar, ayudar, acompañar, y eso no se hace en forma pasiva, sino de manera activa. Y hasta el día de hoy, yo repito siempre a todos los miembros de la comunidad el grado de importancia que tiene la participación, hacer lo que se pueda desde el lugar en que se pueda. Nadie puede pretender que trabajen sólo los otros, la vida de cada uno depende de la comunidad en la que se esté, y nadie puede sentirse exento de ello ni sentirse completamente judío si no hay una participación en la Kehilá. En cuanto a la elección de Israel respecto de mi cargo, yo siempre lo consideré de gran importancia, representar a Israel para un judío, es una de las satisfacciones más grandes que pueden existir, y también de las más necesarias; se ve que los israelíes también se equivocan y me eligieron a mí (risas); ya van varias décadas y el honor es incomparable. Al principio, me resistí, creía que la labor implicaba mucho más de lo que yo podía ofrecer, pero recuerdo que el Embajador Sheffi fue quien me impulsó a aceptarla.”

¿Cuál es la tarea que te asignaron cuando fuiste designado?

“Me dijeron que, lo mínimo, es que Israel esté presente en Córdoba, pero no sólo en participación en actos o actividades, sino que se sienta la presencia de Israel en nuestra provincia, y luego también se sumaron Santa Fe y Tucumán. Y de allí, para arriba, al margen de mantener esa presencia, todo dependía de lo que yo pudiera dar, de mi esfuerzo. Desde ese momento, siempre intenté que Israel se ubique como uno de los consulados más activos en Córdoba. Con satisfacción y con humildad, puedo decir que, afortunadamente, eso se ha logrado. Israel hoy es uno de los países que más presencia tienen en Córdoba, Santa Fe y Tucumán. En la actualidad, y por iniciativa del Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel, se creó una Asociación de Cónsules Honorarios de Israel, y tengo el agrado también de ser el Presidente de esa asociación, ya por más de 10 años.”

¿Recordás las actividades más importantes realizadas en estas décadas?

“Son numerosas. Voy a resumir sólo algunas que me gustaría destacar: realizamos viajes a Israel con funcionarios, gobernadores, intendentes, y cada uno de estos emprendimientos tuvo resultados sumamente positivos. Acompañé a un gobernador dos veces a Estados Unidos con el objetivo de vincularlo con instituciones judías de ese país. Organizamos un viaje a Israel de magistrados, jueces, miembros de Cortes y Tribunales Superiores de 6 provincias diferentes. Tenemos diversas misiones comerciales y empresariales realizadas a Israel; hoy nuestra Mediná, en las 3 provincias que están bajo nuestro consulado, es un referente a imitar en cuestiones de tecnología, medicina, educación. Uno de los grandes orgullos del consulado fue haber obtenido la visita a Córdoba de Shimon Peres, cuando resultaba algo casi imposible porque no es común que ese tipo de personalidades visiten ciudades que no son capitales de sus países; uno de los que me apoyó para lograr esta visita fue el actual Rector de la UNC, Hugo Juri, en aquel entonces Vicerrector. Tuve la oportunidad de propiciar la firma del convenio de cooperación entre la Universidad Nacional de Córdoba y la Universidad Hebrea de Jerusalem, que me hubiera gustado que se desarrolle aún más, pero esa obtención fue un gran logro.”

También tienen una gran participación en aspectos educativos, ¿Verdad?

“Si, mucha participación. Realizamos la instalación de un software educativo israelí en 210 escuelas, en otra de las grandes tareas del consulado. Junto al Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel, participamos en un proyecto anual que implica el dictado de cursos en diferentes instituciones israelíes, para los cuales se otorgan becas destinadas a judíos de todo el mundo, y con un inmenso orgullo, tengo que decir que, desde nuestra provincia, ya han viajado unos 200 cordobeses para participar de estos espacios de aprendizaje avanzado. Nosotros recibimos las postulaciones, realizamos las entrevistas con el candidato, y nos encargamos de administrar toda la documentación que se requiere. Debo decir que todos los que han participado de esta experiencia, son extraordinarios embajadores de Israel una vez que regresan a nuestra provincia. Vuelven maravillados con lo que conocieron, y nosotros nos encargamos de realizar un seguimiento en ellos para que apliquen en su vida diaria lo que aprendieron durante su estadía en nuestra Mediná. Conseguimos que jóvenes de nuestra comunidad se interesen y formen parte de la OAJNU (Organización Argentina de Jóvenes para las Naciones Unidas), e incluso el grupo que nos representó sea distinguido como el mejor en su participación en la asamblea en conjunto con otros países. Poder sembrar estas semillas a través del consulado, ser parte del destino de muchos jóvenes, me brinda una inmensa satisfacción.”

¿Y en cuestiones culturales?

“También es un aspecto esencial. Trajimos al grupo Mayumana por ejemplo. Conseguimos la visita, en tres oportunidades, de la Orquesta Filarmónica de Israel, dirigida por Zubin Mehta, con una presentación el año pasado sin ir más lejos; es un gran trabajo, ya que se trata de cientos de personas y muchas cuestiones operativas que realizamos con éxito.”

¿Cómo influyen todos estos nexos que realiza el Consulado con el Estado de Israel?

“Son altamente satisfactorios. Yo siempre digo que la mejor publicidad que podemos hacer es conseguir que alguien visite Israel. Podrá no volver totalmente enamorado, pero sí con un gran conocimiento de la realidad, frente a toda la de-formación informativa que tenemos que enfrentar a diario. Repito, cada vez que alguien conoce Israel, vuelve maravillado.”

¿Y quién es Alejandro Orchansky, pero en su otra faceta, la que desconocemos más, la de la vida personal, familiar, social?

“Recuerdo mi infancia como una etapa realmente feliz, asistí siempre a colegios públicos, como se acostumbraba en esa época. Mi mamá era profesora en dos colegios, y mi papá, abogado; como dije antes, él vino desde Palestina en 1920, y siempre pregonaba que él había nacido en Jerusalem e insistía permanentemente con propiciar la difusión y el conocimiento de la tierra de sus orígenes. Siempre estuve cerca de instituciones judías, en mi hogar se vivía el judaísmo, quizás no a nivel de religiosidad, pero sí desde el aspecto de la tradición; mi padre inicialmente vivió en Río Cuarto, y cuando llegó su etapa universitaria, se trasladó a Córdoba. Esa manera de vivir el judaísmo siempre fue un estandarte en mi familia, y esto continuó luego en relación a mis 4 hijos, todos jóvenes pero cada uno con sus rumbos iniciados, algunos en otros lugares del mundo, pero siempre muy orgullosos de hallarse cercanos a Israel de alguna manera. Y esto, a su vez, ellos lo transmiten a sus hijos. Es muy interesante ver como se van fructificando esas pequeñas semillitas que uno recibió y que logró transmitir. La escuela es fundamental para sentar bases, pero nada de eso se logra si no hay transmisión en el hogar; allí es donde las semillas germinan, cuando el niño ve en sus padres una proximidad con el Estado de Israel, entonces la transmisión se logra.”

Por último, ¿Qué mensaje dejarías para los miembros de nuestra Kehilá?

“Celebro las características de la comunidad de Córdoba, en cuanto a las tareas que realiza. Una de mis aspiraciones es que la actividad comunitaria genere el acercamiento de aquellos que hoy no están tan cerca por diferentes razones, no siempre porque no quieran, sino tal vez porque aún no se los invitó, o porque simplemente no se dieron las circunstancias. Reitero, la vida comunitaria es la que permitió que el pueblo judío transcurriera miles de años en su desarrollo y todavía pueda llamarse pueblo. Al día de hoy, este aspecto comunitario del judaísmo, aggiornado, actualizado, debe practicarse en conjunto, y por todos. La tarea no es sólo de dirigentes, maestros o referentes; la responsabilidad es de cada uno. Formar parte de una comunidad es vital, para la comunidad en sí misma, y para cada uno de sus miembros, es una retroalimentación de ida y vuelta. Y en ese aspecto, estar cerca de Israel da mucha fuerza, otorga una gran cantidad de elementos y argumentos, y allí el Consulado se ofrece para ayudar en todo lo que sea necesario.”